Cuando leí Los cantos de Maldoror me parecieron la dinámica más pura de la muerte. Pero ahora, que recibí esa inmensa visión de Calasso he descubierto un secreto juego de este libro con sus contemporáneos: El sarcasmo. La exageración como figura; no es la primera vez que sucede, la exageración negativa raya en el humor negro; como una destrucción aparente, más bien es una nueva decodificación. Calasso cumple un propósito con sus Elucubraciones de un asesino en serie y es el silencio.
Miguel Tonhatiu
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