A quien corresponda.
Mi desapego a esta bitácora, últimamente, es producto de la exigencia laboral. No tengo acceso a una computadora en los territorios hostiles a los cuales tengo que acudir. Algo singular me ha sucedido, alguno de mis textos, se ha rebelado ante mí con la inundación. Lo he escrito en cuentos como en novelas y ahora lo vivo en carne propia. Esa gente está mis textos. Sin desearlo, por el puro afán de la ficción, ellos aparejan la literatura con sus vidas. Siniestros presagios suceden. Alguien que lo explique, sería lo esperado.
Desde esta trinchera.
M.T.
Me parece que -a veces- lo mejor que puede pasarle a un escritor es no poder escribir, porque escribimos aquello que vivimos -o no- y ciertamente, después de un rato, uno se olvida de qué es eso, vivir; he ahí el origen de muchas cosas, lo que quiero decir es que, si plasmamos nuestra realidad -o la de otros-, ¿qué mejor que empaparnos de ella? La literatura es una proyeccción, ¿cierto? hacemos con ella lo que se nos antoja y manipulamos las cosas, también podemos "simplemente" retratarla... Supongo que a veces "nos excedemos", es decir, nos acercamos verdaderamente a la esencia de las cosas mediante la explotación de la creatividad... Aún cuando nunca conoceremos muchas cosas, esto me está inspirando, tendría que escribirlo, pero prefiero vivirlo (un poco, nadamás). Extraño los sábados de clase, me han dicho que volverán.
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